Nº 20

El valor en tauromaquia es un concepto con peso específico. El Boletín de Loterías y Toros ha llevado siempre a gala su valentía, pero en este número se encierra, como gesto y gesta, con diez astados de diferentes ganaderías. Creación e investigación de nuevas fórmulas son los dos ejes sobre los que, a modo de afilados pitones, gira este Boletín. Y lo hace sin miedo, con la ilusión del que se reta y se adentra en un espacio como la tauromaquia, manido en su apariencia e ignoto en el fondo. Lo tradicional tiene su sitio, pero observado desde la perspectiva que brinda la crítica. Todo lo demás es pura creación nacida del enfrentamiento entre la imaginación y unas astas que exigen a cada cual lo que es capaz de ofrecer. Riesgo si no de vida, sí de compromiso.

A ese riesgo asumido y consciente acuden dos mujeres. Solas frente al toro, sus apuestas responden a esa necesidad de explorar lo desconocido, de sentir el reto que supone la soledad de un desplante en la boca de riego. También responde a ese riesgo el proyecto de musealización del Museo Taurino de Córdoba. Faena de Puerta Grande disipada por la negativa de un burocrático presidente que argumentó defecto de forma. Pero ahí queda la obra como reivindicación y recuerdo de lo que no pudo ser, como prueba irrefutable de la cerrazón administrativa frente a la imaginación y a la búsqueda de nuevas respuestas. Y por si fuesen pocas muestras de valor, este número ofrece su femoral sin remilgos a la exploración de una nueva vía de creación utilizando Cosmopoética como marco y la poesía como herramienta. Frecuentemente manoseada para la adulación personal del torero, la poesía se transforma aquí en excusa de creación sin lisonjas personalistas y con fin en sí misma. Es poesía porque lo es, no porque ayuda.

Por tanto, este Boletín es una apuesta, un riesgo asumido, un cite por naturales en el centro de la plaza que viene a contradecir rotundamente a aquellos que argumentan que en torno a la tauromaquia no hay creación ni cultura. Lean.