Valencia, Salamanca, Madrid, Miami, Chicago, México D.F., Caracas, Salford… si hoy los artistas pertenecen a su curriculum, Codesal tiene un par de maletas para mostrar. Lleva realizados cuatro cortometrajes —Bocamina, Los remotos países de la pena, O milagre da carne y Pie Jesu—, un largometraje —Arcángel—, además de una amplia trayectoria en el mundo de la videocreación. ¿Por qué ha llenado de cuernos las cabezas de sus amigos y conocidos? Lo grave del asunto es que algunos nos reconocemos en estos retratos. En realidad Codesal tiene más razón que un santo porque desde hace diez años los aquí retratados iniciamos conversaciones superfluas o importantes, leves o graves, trascendentales o sin sentido, monólogos o diálogos o simplemente callamos y pensamos, o dormimos y soñamos; y no existe un solo día ni una sola noche en la que, simbólica o metafóricamente y a veces incluso directamente, un toro deje de atravesar nuestra cabeza. Codesal ha dibujado lo más profundo de nosotros, ha encontrado los pitones de nuestro pensamiento. Decía Fischer que el ajedrez no sólo es más importante que la vida, sino que el ajedrez es la vida. Para poder comprender la vida hay que pensar los toros.