Llegó a España en los años 70 del pasado siglo para indagar en la tierra, el barro y las esencias de nuestro país. Su inmersión la ha llevado a enconstrarse en su casa en el barrio cordobés de San Agustín y a sentirse una extraña cuando vuelve de visita a Japón.
Sus obras cuelgan en museos españoles, japoneses, italianos, suizos mexicanos… La apuesta por ella en el Boletín 23 puede resumirse en el resultado: Hisae nos ayuda a descubrir una nueva visión sobre las entrañas de algo tan telúrico como la tauromaquia.
Hisae Yanase plasma en la obra, collages y pintura, que ha realizado para el Boletín un mundo onírico y poético que entronca el mundo fantasmal nipón con la estética de la corrida de toros. Partiendo de las Higanbana o flores flotantes –o de muerte–, ofrenda típica japonesa en el día de los muertos, y de la permanencia tras la muerte del espíritu flotando hasta desaparecer finalmente, cuando éste encuentra la paz, vincula esta idea a elementos para ella básicos en la corrida: la muerte, la sangre –sangre noble del toro–, la vida corta del torero, la vanidad que representa el traje de luces, la apariencia, la mezcla de masculinidad y feminidad en el torero y la amenaza que representan las astas del toro.